El bar de Medianoche

-Pecas de sobervia, Bond es mucho Bond, aunque claro tú no tienes problemas con eso de pecar, no te van a mandar al infierno.- dijo con ironía.

Frunció el ceño

-¿Todos los demonios teneis pinta de malotes?

-¿Tambien usais todos vuestros colmillos para alimentaros de sangre humana?- fué directa al grano nada más ver los puntiagudos dientes.

Miró al Demonio con algo de asco pero aun así le tendió la mano.

-Me llamo Kaz

-Vaya, aun siendo demonio tienes modales, eso también me ha sorprendido, solo que tendré cuidado con mi cuello, lo llevaré cubierto con una bufanda siempre que vaya a verte...- Miró los ojos rojos del demonio y tembló al perderse en su pupila.- Das miedo.

Y ahora ¿Qué le contestaba? se fiaba de Lucía porque sabía que era buena, pero este era un Demonio, uno de los malos y si descubría que no servía a nadie su reaccion podría ser de cualquier forma.

-Supongo que soy... nueva en esto y no me acostumbro.

-Cementerio... Bien, contigo a mi lado dudo mucho que tema que algún maldito se levante.- sobre todo porque iba a llevar a uno al lado, aunque ella tampoco era un angelito, si no tendría unas alas blancas y relucientes...

Puso su mano sobre la de Jack, la apretó con fuerza, puede que buscando algo bueno en el fondo de él, pero no lo alló era un demonio, un verdadero demonio, asesina personas y chupasangres, y aun así el miedo que sentía no era por lo que pudiera hacerle, si no simplemente por aquel aspecto tan tenebroso.

Necesitaba hablar con Lucía y desués de pasar una noche horrible de pesadillas en casa, se dirijió al bar de media noche con la esperanza de encontrarla allí.

-Lo siento.- murmuró al sentarse a su lado.

-No sabía que Jack iba a pasar por allí, yo no quería que te hiciera daño... Lucía, apesar de lo que pasó ayer, tú ya eres parte de mi vida, te debo mucho y siento si te hizo daño al igual que siento haber desaparecido de allí, pero no sabía como afrontar la situación.

-¿Quien era ese ángel? Parecía tener mucho poder.- preguntó interesada.

Sintió una punzada en un su interior, si tenía poder nunca podría luchar contra él, nunca podría ganarle y la verdad es que era lo que más deseaba.

-Vaya, no me estraña que aun me duelan las alas.