El Valle de la Muerte

Entre las oscuras montañas de piedra negra se abre la vista hacia un valle desprovisto de vida, donde los escasos árboles carecen de hojas y agonizan en un suelo incapaz de proporcionarles el alimento suficiente.


¿Te atreves tú a entrar?

Entró en el Valle y se sorprendió al ver una figura andando por ahí. Se acercó un poco más y le sorprendió aún más el ver que las alas de la criatura no eran negras como había intuido, si no de un blanco puro e inmaculado. Apoyó uan mano sobre su cintura, junto encima de la ristra de dagas que llevaba siempre.

- Hola lucía - saludó con malicia al reconocerla, más cerca de ella. Estaba a sus espaldas.

Terminó de acercarse a ella, pero no se detuvo, comenzando a caminar a su alrededor, observandola como era su costumbre, de forma escrutadora, impersonal pero terriblemente fija. Una media sonrisa irónica adornaba sus labios.

- ¿y qué haces aquí?

Su sonrisa se ensanchó de nuevo, acercandose aún más hacia Lucia, hasta quedar a su altura. Era más bajito que ella, que le sacaba unos cinco centímetros, mirandola a los ojos, aún esgrimiendo aquella sonrisa.

- Por supuesto que lo sé. estas buscando, ¿verdad? ¿Qué otra cosa te traería aquí abajo?

Esperó, pero ella no respondió. Cuando Lucía fue a apartar la mirada él la tomó de la barbilla, obligandola a mirarle.

- ¿y qué buscas?

Permitió a Lucía soltarse, y volvió a rodearla, lentamente, examinandola de nuevo, sabiendo que ella estaba atenta a cada uno de sus movimientos por sid ecidía atacar. pero no pensaba hacerlo, aún no...

- Creo que lo sé - comentó, a espaldas de Lucía.

Se acercó de nuevo a ella, por detras, apoyando la barbilla en el hombro de Lucía y deslizó una mano delante del rostro del ángel, sin dejarla soltarse aquella vez.

- buscas esto, ¿No?

Alejó el medallón de ella.

- ¿cres que voy a dartelo por las buenas? - inquirió con mino en su oido, aún tras ella -. Me subestimas, Lucía. Pensaba que sabías que yo no soy de dar las cosas gratis.

Lucía se zafó de él como un gato y el chico la miró, fíamente, aún con aquella horrible sonrisa torcida en los labios que acababan de rozar el cuello de la chica arrancandole un estremecimiento de...

Se rió por lo bajo.

- ¿Qué te ocurre? - inquirió mirandola. Lucía se percato de algo... en sus ojos rojos ni siquiera había odio hacia ella, solo indiferencia. La indiferencia surgida de un sentimiento claro de superioridad.

Ladeó la cabeza levemente, mirandola aún con su sonrisa. la miraba como alguien miraba a un niño pequeño incapaz de comprender lo que se le decía.

- A mi no me pasa nada.

Finguió no haberla oido.

- ¿qué decias?